Muchos de nosotros hemos crecido en hogares gobernados por
el Deber: el tener que hacer tal cosa; el no hacer esto, va a causar que te
vaya mal en la vida; el deber hacer lo que te dicen, porque es lo que tienes
que hacer. Hemos crecido en un hogar repleto de Órdenes que se nos daban, y que
nosotros teníamos que ejecutar, porque era nuestro Deber. Hemos crecido en un
hogar, donde se enfatizaban los Resultados obtenidos por nuestras acciones, y
si no se daban dichos resultados, no habíamos cumplido con nuestro Deber, y la
Sociedad iba a vernos como unos Parias.
Motivación.
Muchos de nosotros hemos crecido sin ella, y seguimos sin
tener hoy en día; porque aunque nos esforzáramos todo lo posible, no se reconocía
dicho esfuerzo; porque aunque obtuviéramos buenos resultados, no se nos
valoraba; porque, incluso aunque intentáramos ser las mejores personas del
mundo, nos censuraban, argumentando que eso no era tu Deber.
Empatía.
Muchos hubiéramos querido que los demás se metieran en
nuestras pieles, y vieran nuestro esfuerzo, nuestro tiempo invertido; sintieran
nuestro sudor, nuestras lágrimas, nuestra frustración. Hubiéramos querido
valoración, ánimos, apoyo, en definitiva, motivación; pero en su lugar
recibimos juicios, minusvaloración, estigmatización de nuestros errores.
Humanidad.
Somos humanos; todos humanos. A muchos nos hubiera gustado
que no nos trataseis como máquinas perfectas.
Motivación, empatía, humanidad. 3 palabras, 3 conceptos, 3
maneras de hacer la vida de alguien un poco mejor.