12 de la madrugada: Una chica llora desconsoladamente en la
soledad de su cuarto; nadie la escucha, nadie la consuela, no hay nadie cerca
que le ofrezca un pañuelo para secarse las lágrimas; se siente sola, siente que
el mundo que le ha dado de lado, siente nadie a su alrededor es de fiar, porque
ha recibido muchos golpes, muchas puñaladas traperas, muchas traiciones de
gente en la que ella había puesto su vida; percibe que cada vez que da un paso
sobre la tierra, una carcajada ajena se dirige como flecha directa a su
corazón.
Y siente que la culpa es suya: Por no ser tan guapa como las
demás, por no ser tan popular, por no ser la más inteligente de la clase, por
no tener tanto desparpajo para caer bien a los amigos, por tener envidia de
quién es mejor que ella, porque no es lo suficientemente atractiva para tener
una pareja que la quiera.
Tú, que estás al otro lado de la pantalla; ¿Te has sentido
alguna vez en algún momento de tu vida? ¿Lo estás sintiendo ahora mismo? ¿Has visto
a alguna chica a tu alrededor sentirse así en algún momento?
Las lágrimas se me resbalan mientras escribo estas palabras;
porque, aún sin ser mujer, he sentido todos y cada uno de los sentimientos que
he expresado anteriormente; y el corazón se me hace añicos cada vez que veo, cómo
chicas, jóvenes y adultas, que por el hecho de ser mujeres, ya habrían de
sentirse orgullosas, porque son las que nos han traído, nos traen, y nos
traerán al mundo a cada uno de nosotros, se destruyen así mismas, porque la
sociedad las exige ser perfectas en cada uno de los ámbitos de su vida.
Cuando, una mujer,
merece ser amada, porque ya es perfecta en el momento en el que viene al mundo.