Tocaba su melena con suavidad, disfrutando de cada cabello.
Así comenzaba todo, en la mesa de aquel bar, donde tímidas miradas eran
intercambiadas con sumo cuidado de no ser descubiertas. Allí germinaba la
semilla caída en buena tierra, la cual, a los pocos días ya dio fruto. Un fruto
que fuéseme ofrecido por sus dulces manos. Me sentía abrumado por tan repentina
generosidad, pero recibí sus manos en mi corazón.
Así comenzaba, así termina el año, y así va continuar el
siguiente.
To to! (L)
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