viernes, 11 de mayo de 2012

La casualidad de una decisión.




Clic.

Era primavera; los árboles se disponían a  recuperar lo que en un tiempo les fue robado, las flores salían de juerga mostrando sus mejores galas para que las abejas las poseyeran en un frenesí de pasión. Para las nubes tocaba ducha; la blancura de su seda se había tornado en el gris del asfalto sobre el que iban a derramar el agua de su limpieza.

Clic clic.

Aquella noche, en cambio, era como las demás: a mano izquierda, la pequeña luz del flexo de la mesita de noche alumbraba la habitación; a mano derecha, la ropa del día ya pasado yacía inmóvil, cansada de tanto tumbo, recibiendo su merecido descanso sobre una silla. A mano trasera, un par de cojines soportaban el peso de la espalda, un peso grande por una invisible paga; sin queja alguna. Y a mano delantera, la imagen del fondo de escritorio de un portatil posado sobre mis piernas.

Clic.

Sentado en la cama, el aburrimiento me desbordaba; mas aquel último clic iba a cambiar la noche por completo.
Una mujer se apoderó de la pantalla.

***

Hoy aquella mujer es una buena amiga a la que aprecio mucho, y a la que en gran parte le debo estar escribiendo ahora mismo estas palabras en este blog, y a la que me gustaría dar las gracias, por animarme a volver al mundillo. Aquí tenéis su blog http://timingroom.blogspot.com.es/ También podéis seguirla por Twitter, @Atolendrada. Creedme, vale la pena.

Como mensaje final, querría que la historia de arriba sirviera como ejemplo de cómo las decisiones que tomemos, por pequeñas que sean, van a ser las que conduzcan nuestra vida hacia un camino u otro. Así que, considerad importante lo que decidáis en vuestra vida.
Y sin más, este loco se despide, hasta que la locura lo devuelva a este lugar, a donde le pertenece, al silencio; para ser el grito del mundo.

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